Ya floreció nuestra lavanda del jardín y allá que fuimos a recogerla, siempre dejando una poquita para el resto de la naturaleza. Este año destinamos una parte a hacer aceite esencial y la otra a sustituir la del año anterior, que pusimos en las bolsitas que colgamos en los armarios.
Nos encantan las actividades que nos mantienen en contacto con la naturaleza, y si aguardan la belleza de la flor y la riqueza de su olor... tenemos el tandem perfecto para todos los habitantes de nuestra casa.
Las buenas costumbres deben de mantenerse. ¡Hasta el año que viene!