Estas miniaturas se han convertido en los últimos meses en la novedad más llamativa en lo que a vehículos se refiere, y en el objeto de deseo de jóvenes, e incluso niños, quienes a veces son, increíblemente, animados por sus padres, que ven en ellas una manera de introducir a los pequeños en el mundo de las dos ruedas. Su pequeño tamaño apenas levantan medio metro del suelo- hace pensar que se trata de un juguete, pero nada más lejos de la realidad. Sólo pueden considerarse como tales las minimotos eléctricas con una tensión de alimentación inferior a 24 voltios, que sí son adecuadas para niños menores de 14 años. Las eléctricas de más de 24 voltios y las de gasolina sólo se encuentran en tiendas especializadas, nunca en jugueterías, y su uso sólo está permitido a los adultos. Las minimotos con motor de combustión pueden llegar a alcanzar 70 km/h, y aunque muchos las emplean en la calle, está terminantemente prohibida su utilización en la vía pública, quedando limitado su uso a los circuitos. Pero el problema con estos vehículos no está sólo en el mal uso que de ellos se haga, sino también en la falta de seguridad de algunos modelos puestos en el mercado ilegalmente, que incumplen la normativa de seguridad y etiquetado. Con un precio sensiblemente inferior a las originales, estas motos presentan graves fallos, como la falta de protección del motor, mala sujeción del depósito de gasolina, deficiencias de soldadura en la estructura o aristas cortantes, además de carencia de información en el etiquetado, ya que en él debe siempre aparecer el marcado CE, la identificación del responsable del producto y su dirección en la UE, las características de la minimoto y las limitaciones de uso en la vía pública y zonas peatonales.