Lugar: La Milla del Páramo
Fechas: Fin de semana más próximo al 22 de abril

Información general

Este centenario encuentro se celebra el fin de semana más próximo al 22 de abril. La primera referencia es para la talla de la virgen, datada en el siglo XVI y envuelta en una leyenda relativa a su traslado a la vecina localidad de Villadangos del Páramo. Al parecer, la sucesión de diversos percances hicieron comprender a los vecinos la negativa de la virgen a abandonar La Milla del Páramo. Esta circunstancia unida a la respuesta favorable ante las rogativas en épocas de sequía –los vecinos dicen que es la única virgen que “siempre saca agua”-, motivaron la organización de la fiesta como muestra de agradecimiento tratándose en realidad de un “Voto” compartido por varios pueblos del Páramo Alto: La Milla, Villadangos, Celadilla, Villavante, Acebes, y Bustillo.

Las ceremonias, en las que participan algunos párrocos titulares de los pueblos indicados y, a veces de algún otro, se inician con la celebración de la misa. Por la tarde procesión por los campos para respetar el Voto comprometido, un año en dirección Sur –es el llamado “recorrido largo”, de seis kilómetros a través de los campos-, y al siguiente hacia el Norte. Campanas, romeros y pendón conforman la comitiva que también cuenta con la expresión de la novena. Cada pueblo tiene su papel en el rito: La Milla, puja las andas durante la entrada y la salida de la virgen en la parroquia; Villadangos porta el primer misterio del Santo Rosario; Bustillo, Acebes, Villavante y Celadilla, sortean el orden que les corresponde en la procesión. Con el beso del manto de la virgen concluye la celebración.

Ni los más negros nubarrones, ni las amenazas de tormenta inminente, incluso aunque esté diluviando, pueden suspender la procesión ni modificar el itinerario de toda la vida. Incluso cuando el año ha sido copioso en aguas el Voto debe cumplirse porque si es necesario, dicen también los vecinos, la petición se hace al revés, rogando que deje de llover y que sea posible extraer la remolacha de las fincas.

Sorprende que una tradición en la que sólo existe el componente religioso, pues ni “pinchos” ni verbenas complementan la fiesta, mantenga todavía una asistencia tan multitudinaria, congregando cada año a más de un millar de personas. El rasgo más peculiar, aparte de la hermandad de todos los pueblos citados, es el arraigo de la tradición y la fe con la que es vivida. Quienes han participado en ella, aseguran que “hay algo que se nota en el ambiente”.